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València | 22·09·22 | 16:55 | Actualizado a las 17:00
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Así es la Casa del Relojero tras su restauración Germán Caballero
Si hay un elemento del patrimonio valenciano que está acaparando portadas en los últimos días ese es la Casa del Relojero de València.
Acostumbrados a verlo en ruinas, este pequeño edificio ubicado frente al Micalet va recobrando poco a poco el esplendor de siglos anteriores mientras se desprende de los viejos andamios y redes que lo separaban de la nueva era. La rehabilitación que se está realizando de la Casa del Relojero por parte de la Concejalía de Desarrollo Urbano está sacando a la luz la belleza y el valor de una edificación que encierra algunos misterios, para empezar, la fecha de su construcción.
Como decíamos este dato sigue siendo un misterio y las brumas enturbian la data de su levantamiento. Y es que pese a que la Casa del Relojero se nombra por primera vez en el libro Fábrica de Muros y Valladares del año 1418, se habla de ella como un proyecto futuro mientras el Miguelete aún se encontraba en obras.
La estampa a la que nos habíamos acostumbrado: un edificio en ruinas M. Á. Montesinos
En este ejemplar queda reflejado un acuerdo tomado entre el Cabildo de la Catedral, el Concejo de la Ciudad y la Junta de Murs y Valls, organismo encargado de las infraestructuras públicas, para colocar un reloj en lo alto de la gran torre nueva (el Micalet) un reloj cuyas horas fueran escuchadas en todos los lugares de la ciudad: desde la huerta e incluso en el mar. Y es en los detalles de este pacto en los que por primera vez queda patente la necesidad de construir una vivienda para las personas encargadas del funcionamiento y mantenimiento de este reloj.
Según la investigación llevada a cabo por la ingeniera de Edificación, Gema Mulet, que realizó su trabajo de final de Máster en Conservación y Restauración de Bienes Culturales en la UPV sobre la Casa del Relojero y la necesidad de su activación patrimonial, en este acuerdo a tres bandas del siglo XV se indicaba que dos personas serían las responsables de tocar las horas al mediodía y a la noche y que estas mismas personas, debían habitar fuera del campanario. El solar para la cimentación de este inmueble debía cederlo el Obispo y el Cabildo y que la edificación sería ejecutada por la Obra de Muros y Fosos.
En esta casa habrían de encontrarse los "artificios y materiales necesarios para tocar las horas" y otro detalle curioso: el salario de estos hombres lo pagarían los jurados de la Ciudad.
Los hechos señalan que la casa debió de haberse construido a finales del siglo XVI o principios del XVII, aunque no hay constancia de la fecha concreta.
Otro de los tesoros que han salido a la luz durante las tareas de rehabilitación de la vivienda son las señales que marcan dónde iba a construirse el pasadizo destinado a unir la casa con el Miguelete de modo que los relojeros pudieran moverse cómodamente.
Sin embargo este apéndice no llegó a materializarse nunca. Tal como publicaba Levante-EMV, la restauración de las fachadas ha dejado a la vista el arranque del arco de piedra del pasadizo, oculto en el interior de un armario, en cuyo frontal estaba previsto reubicar para una mayor visibilidad el reloj, entonces ubicado en la fachada lateral de la Catedral. El proyecto se vio frustrado por la negativa de los dueños del edificio vecino a que la estructura de piedra del pasadizo se apoyara en su propiedad.
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