La previa de un crimen, develada en chats del celular de una sospechosa

2022-09-10 15:37:11 By : Ms. Jessie Wang

Por María Laura Cicerchia

Angel David Ocampo esperaba a una chica en la esquina de Dorrego y Tucumán. Habían acordado pasar la noche en un hotel y pagar a medias. Ella le dijo que estaba yendo en taxi pero tardaba y a él le quedaba poca batería en el celular. Esa era su preocupación cuando delante de él frenó un Nissan Sentra y lo atacaron con tres tiros. El auto salió chirriando, a dos cuadras chocó con un taxi y sus tres ocupantes huyeron corriendo, entre ellos una chica que olvidó su celular en el asiento del acompañante. De ese aparato, un Samsung A10 con funda rosa, se recuperó la charla que tuvo con Ocampo para atraerlo a una falsa cita mientras organizaba su asesinato.

Para la fiscal Gisela Paolicelli el celular no sólo contenía la trama del crimen de Ocampo sino que aportó evidencias sobre el ataque al policía de la Brigada Motorizada Gabriel Sanabria, gravemente herido la noche anterior cuando quiso identificar a los ocupantes de un auto robado y con patente cambiada en la zona sur.

Los dos casos quedaron conectados este lunes en una audiencia en el Centro de Justicia Penal. Según la fiscal, la chica que “entregó” a Ocampo planeó el crimen junto a un joven buscado por el ataque al policía que se escondía lejos de su casa. Así, Nadin M., de 26 años, y Sebastián Antonio C., de 23., fueron imputados como coautores funcionales del crimen de Ocampo con una posible pena de prisión perpetua.

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El motivo del ataque a Ocampo no se aclaró en la audiencia. Se presume que fue una venganza por un conflicto personal en un contexto narco: en sus diálogos los detenidos hablan de “manejes” con drogas y cambio de dólares. Ambos fueron acusados además de encubrimiento porque el Nissan había sido robado la noche del 12 de mayo en una entradera en Funes. Sebastián C. también fue imputado por el ataque a Sanabria.

La jueza María Isabel Mas Varela les dictó prisión preventiva y rechazó el arresto domiciliario que reclamaba M. por ser madre de una nena de 7 años.

Los dos hechos ocurrieron con 26 horas de diferencia. Al principio nada parecía conectar el ataque a un policía con el oscuro crimen de Ocampo, la madrugada del 28 de mayo en la esquina de Tucumán y Dorrego. A las 4.40 le dispararon desde el asiento trasero derecho de un Nissan gris. Los vecinos escucharon diez tiros y un grito: “Hijos de puta, ya las van a pagar”.

Con tres balazos en el pecho, el joven de 22 años se recostó bajo la ventana de atención al público de la farmacia Embon. “Me llamo Angel Ocampo. Desbloqueá el celu y llamá a mi novia”, les pidió a dos chicos que lo asistieron y que no pudieron realizar el llamado porque el aparato justo se quedó sin batería. El herido se sacó la riñonera, donde la policía halló cuatro envoltorios de cocaína que, se presume, eran para consumo personal. Murió dos horas después en el Hospital Clemente Alvarez.

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El Nissan, en tanto, salió a toda velocidad por Dorrego, giró en Urquiza y dobló por Moreno al norte. Hizo una cuadra y se estrelló contra un taxi al llegar a Catamarca, a sólo 300 metros del lugar del crimen. Del auto bajaron dos hombres, uno de ellos un muchacho muy delgado que arrojó en un balcón once cartuchos 9 milímetros marca Lager y se perdió a la carrera. También bajó una mujer rubia que a media cuadra dejó las zapatillas con plataforma y siguió corriendo descalza.

La familia de Ocampo desconocía el motivo del ataque. Un hermano pudo aportar que el único amigo cercano de Angel, el trapero Diego Fabio Mujica, había sido asesinado a tiros en junio de 2020 en Cerrito casi Riccheri. También contó un extraño episodio a comienzos de año, cuando una tal “Sofi” contactó por Facebook a Angel para avisarle que había hallado su DNI en un bar donde el joven nunca había estado. Cuando quiso contactarla no recibió respuesta.

La clave, dijo la fiscal, estaba en el celular hallado en el asiento del acompañante del Nissan, terminado en 243. En ese aparato se recuperaron dos charlas simultáneas que su usuaria mantuvo en las horas previas: con Ocampo, para simular una cita, y con un contacto agendado como “Flakito” para preparar el ataque. Como Nadin no volvió esa noche a su casa, al día siguiente su padre denunció su desaparición en la comisaría 15ª. Más tarde ella se presentó, explicó que se había quedado a pasar la noche con un chico y aportó su número de celular, terminado en 243.

“Dale, dale, que esto es por mi bebé, por mí, por vos y por todo lo que es la banda. Dale, porque yo ya quiero llorar. Se lo merece este gato”, incentivó Nadin a Flakito, según la fiscalía, en el único mensaje que da cuenta de ciertos motivos para matar a Ocampo. La línea de Flakito había comenzado a usarse a las 6.40 de ese día. La noche anterior, otra línea usada en el mismo aparato había impactado en antenas cercanas al lugar donde atacaron al policía Sanabria (ver aparte).

Según la acusación esas dos líneas se usaron en un Samsung A71 secuestrado a Sebastián C. el 9 de junio, cuando intentó evadir un control policial en moto, fue detenido y liberado. El miércoles pasado la fiscal ordenó su captura y lo detuvieron en una casa del barrio La Cerámica. El aparato aún no fue peritado.

—Estaba preocupada por vos Flakito, ¿todo bien?

—Acá andamios (sic). Andamo. Bien, bien. Hay que trabajar. ¿Cómo hacemos? Llevámelo para un lugar que no sea lejos.

Así comenzó el diálogo atribuido a Nadin y Sebastián en el que planifican el crimen. En ese momento C. estaba prófugo. Su madre, Mariana M., de 41 años, había sido detenida tras el ataque a Sanabria porque uno de los dos menores de edad detenidos esa noche se refugió en su casa, donde hallaron una mochila con cuatro armas. En la conversación, C. comentó que no tenía ropa para cambiarse, que la policía lo estaba buscando “con foto” y que no podía arrimarse a la zona sur.

La chica le reveló su estrategia para encontrarse con Ocampo: “Le dije que yo pagaba el hotel y todo. Arreglé que iba a estar en el hotel, boludo, con él”, dijo, y le mandó una captura de pantalla del frente de un hotel de Constitución y Santa Fe. “El loco me va a llamar entre 4, 5 o 6, me dijo, a más tardar. Igual yo le voy a calentar la pava”, añadió. Su interlocutor dijo estar nervioso pero prometió participar del plan: “Me voy a calmar pero necesito hacer esto para el trolo”.

“Me quedo más tranquila que vas a estar vos porque a los otros no los conozco. No sé de qué son capaces. Ya veo que me pegan a mí”, le respondió la chica, y añadió: “Yo también hago esto y me voy a calmar. Esto lo necesito ya. Hace un montón lo trato y me da vueltas. La vez que lo quise hacer no pude, lo necesito cerrar ya”. Para la fiscal, esto da cuenta de que sería la chica que había contactado a la víctima meses antes con la excusa del documento perdido.

“Ya quedamos que vamos a ir a un hotel. Dejame ver cuando mande un mensaje qué onda porque va a salir el loco. Se va a juntar con amigos. El chabón está re caliente. Aparte yo le dije que iba a pagar todo”, aportó la chica, quien le planteó a Flakito que necesitaba cometer el hecho lejos de su domicilio. “Yo quiero que fine (sic), que se vaya. Pasa que no puede finar cerca de mi casa, ese es el problema”, explicó la joven. “Ya estoy como tengo que estar siempre, así que le voy a mandar mecha. Me tengo alta fe. Le tengo fe a mi santito que me cuida a full”, se envalentonó él.

A la medianoche, la chica se contactó con Ocampo. El le comentó que estaba con un amigo en un boliche de Pichincha, ella dijo que estaba con una amiga en un bar de Pellegrini. “¿Qué onda? ¿Sale hotel y par de champán ahí le mandamos caravanita los cuatro? No sé. Si no, nos vamos a activar nosotros dos y fue. Pero fijate, tengo flores, todo, para llevar. Pagamos un buen telo bien piola a medias”, propuso el joven. En varios mensajes le precisó a la chica que la esperaba en Tucumán y Dorrego. “Te dije que iba a dormir con vos, mi amor”, confirmó ella sobre las 4, y le dijo que estaba yendo en taxi. En simultáneo coordinaba con Flakito para que el Nissan la pasara a buscar por Pellegrini e Italia.

Los últimos mensajes de Ocampo fueron para avisar que estaba corto de batería. “Se me está por apagar el teléfono”, anunció al final, entre quejas por la demora de ella en llegar. “¿Qué viene, en tortuga, el gil éste?”, fue el último audio que mandó antes de que lo mataran.

“El 206 que usábamos estaba re quemado. Todo roto. Cueteado”. Ese mensaje se envió desde el celular atribuido a Sebastián C. durante la planificación del crimen de Angel Ocampo. Según la fiscal Gisela Paolicelli, es uno de los elementos que lo vinculan al intento de homicidio del policía Gabriel Sanabria, de 26 años y baleado desde un Peugeot 206.

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A las 2.30 del sábado 27 de mayo Sanabria y su compañero de patrulla quisieron identificar a los cinco ocupantes de ese Peugeot en Moreno y Batlle y Ordóñez. Se inició una persecución y en Arijón al 400 el acompañante sacó los brazos por la ventanilla y disparó hacia Sanabria, que fue herido en el abdomen. Los atacantes huyeron y abandonaron el auto en Hungría al 100.

Minutos después, en esa zona fueron detenidas cuatro personas. Los menores Hugo G. y Lucas R., de 17 y 16 años, presuntos autores del ataque a Sanabria. Mariana Soledad M. y Brian B., de 41 y 30 años, fueron imputados por encubrimiento ya que estaban en la vivienda en la que cayeron los adolescentes. Sebastián C., hijo de M., está sospechado de haber sido el conductor del auto.

C. fue imputado además por la tenencia de cuatro armas halladas en esa casa —tres pistolas y una ametralladora—, de otras dos pistolas 9 milímetros y 380 secuestradas al ser detenido la semana pasada en Gallo al 1600 por delitos de encubrimiento. Esto último, por circular en una moto Honda robada el 11 de julio el Cafulcurá al 1300 y por un Renault Sandero robado.

miércoles 31 de agosto de 2022

La decisión se tomó junto a Córdoba, Santa Fe, Mendoza, La Rioja, San Luis y San Salvador de Jujuy a la espera de que hará Nación con los subsidios.