El club de las vallisoletanas que plantaron cara al cáncer de mama: «Oye, que aquí estoy yo. Viva» | El Norte de Castilla

2022-10-08 23:18:33 By : Mr. Sucre Xi

Las modelos y sus famiias bailan eun momento del desfile de lenceriá y ropa de baño para mujeres mastectomizadas. / ALBERTO MINGUEZA

«Antes, cuando yo lo pasé, el cáncer era tabú. Apenas se hablaba de ello. ¡Ni siquiera en la familia! Se escondía. Cuando dije que lo tenía, empezaron a salir primas mías, tías, que me decían que también habían pasado por uno. ¿Y no es importante decirlo? ¿Contarlo? Si en mi familia somos noventa mujeres, ochenta hemos tenido cáncer de mama. Así que hablarlo también es prevenir».

Lo dice Amparo del Hierro. Ella es una pionera en Valladolid. Una de las primeras mujeres operadas de cáncer de mama que, hace casi veinte años, se subió a una pasarela para mostrar las tendencias de lencería y ropa de baño para mujeres mastectomizadas.

El hotel Olid acogió este lunes la edición número 22 de este particular desfile. Las dos primeras convocatorias se celebraron con modelos profesionales. A partir del tercer año, se optó por que fueran las propias mujeres que han superado un cáncer quienes desfilaran y posaran con los sujetadores y bañadores. Entre aquellas primeras «valientes» estaba Amparo. Y hoy, aplaude desde el público a quienes dos decenios después han tomado su testigo. «No falto ni un año. Vengo todos. Porque la esencia es la misma. No es solo un desfile de moda. Es una forma de decir: 'Aquí estoy yo. Mírame. He tirado para adelante'. Al final, es una forma de celebrar la vida», dice Amparo, quien asegura que, pese a los malos momentos, frente a los relámpagos de pesimismo, siempre hubo hueco para una sonrisa en su lucha contra la enfermedad.

«Uno de los momentos más duros fue cuando decidí raparme. Se me caía muchísimo el pelo. Una de mis hijas, que acababa de terminar peluquería, con 19 años, me rasuró la cabeza. Me rapó. Y luego me puso la peluca. Ella nunca más cortó el pelo a nadie.Lo dejó y ahora se dedica a la ayuda a domicilio».

Amparo aplaude con fuerza cuando la base instrumental de 'Noches de bohemia' suena en uno de los salones del hotel Olid. Sarabel, cantante que también ha tenido un cáncer de mama, entona los primeros compases. Y por la pasarela asoman las protagonsitas de la jornada. Son Eva, Andrea, Ana, Inés, Ángeles: las cinco voluntarias que este año hacen de modelos en el desfile de lencería y baño para mujeres mastectomizadas.

Inés y Andrea, durante el desfile de lencería para mujeres mastectomizadas. / ALBERTO MINGUEZA

Ana Gómez ya desfiló el año pasado. Le gustó tanto la experiencia que en este 2019 no ha dudado en repetir. «Es una forma de demostrarle al bicho que él está solo... pero nosotras no. Que somos muchas las que luchamos contra él. Y que detrás están nuestras familias, nuestros amigos». Ana le llama bicho. Al cáncer. A ese bulto que se detectó en el pecho izquierdo durante una exploración personal. «Cuando fui al médico, por desgracia, no tuvieron mucha delicadeza. Te vamos a tener que arrancar el pecho, me dijeron. Arrancar. Cuando vas con toda la incertidumbre del mundo, es importante que haya alguien que te informe con un poco de corazón».

Es la encargada de abrir el desfile, de salir en primer lugar. Con falda oriental. Con sujetador de moda. Con una eterna sonrisa. Por detrás viene Ángeles Dublas: cáncer de mama inflamatoria, en el pecho derecho, quimio, radio, luego rehabilitación. ¿Y ahora? «Ahora las revisiones y mucho ánimo. A las mujeres operadas nos puede faltar algo, pero no el ánimo».

Inés Campo Largo se jubiló en junio como profesora.Un mes después le diagnosticaron el cáncer. Hoy desfila con un turbante en la cabeza que, en un determinado momento, se quita para lucir una cabeza rapada sobre la que le han dibujado motivos florales a modo de tatuaje. «¿Es chulo, verdad?».

Camina por la pasarela mecida por los piropos de las decenas de mujeres que han asistido al desfile. Dan palmas. Gritan 'guapa', 'preciosa'. Dicen 'ole' cada vez que la modelo baila, se gira, sonríe, hace un gesto cariñoso, guiña un ojo. De fondo, mientras se suceden los sujetadores y bañadores, suena una versión de Chayanne: «Oye, abre tus ojos, mira hacia arriba, disfruta las cosas buenas que tiene la vida».E Inés, que ha pasado un cáncer, y Ana, que ha pasado un cáncer, y Ángeles, que ha pasado un cáncer y tantas mujeres del público que han pasado un cáncer cantan juntas el estribillo: «Disfruta las cosas buenas que tiene la vida».

Eva Plaza dice que ha escrito un punto y aparte con el cáncer de mama que le diagnosticaron en pleno verano. Un punto, porque le obligó a pararse y pensar. Un aparte porque intenta que no le ocupe ni un minuto de más en su tiempo. «Superar un cáncer es difícil. Pero no complicado. Las cosas complicadas son las que nacen en nuestra cabeza, por eso el ánimo es también importante», cuenta Eva, tres hijos, quien apunta las dificultades a las que hay que hacer frente, como ese brazo que no tiene toda la fuerza, toda la destreza que su dueña querría.

Y Andrea Pérez. Es la más joven del quinteto de modelos. 27 años. «Me metí en la Asociación Contra el Cáncer para buscar apoyo, como hacemos muchos, y me propusieron participar en el desfile. Me di cuenta de que normalmente venían mujeres de 40 o de 50 años. Y quise visualizar que esto también nos afecta a la gente joven, que el cáncer se produce con independencia de la edad».

Eva Plaza, saluda en un momento del desfile. / ALBERTO MINGUEZA

Andrea supo que lo tenía casi por una casualidad. Jugaba con un mastín cuando el perro le dio un golpe. Al ver los posibles daños, detectó un bulto en el pecho. Era octubre de 2016. «Pero el diagnóstico no me llegó hasta julio de 2018. Yo tenía muchos síntomas. El bulto era notable, duro, doloroso. Sentía retracción en la piel. Estaba segura de lo que sentía. Pero, supongo que por temas de protocolo, el diagnóstico tardó mucho en llegar». Tanto, que cuando lo hizo fue acompañado de metástasis ósea.

«Cuando te dicen que tienes cáncer te vienes abajo. Pero hay que remontar. Recuperarse. La mentalidad también hace mucho», asegura Andrea, convencida de que este tipo de desfiles son importantes. No solo porque transmiten ánimo y apoyo, «sino porque también son una forma de mostrar que las mujeres que hemos pasado por un cáncer de mama tenemos inconvenienes a la hora de comprar ropa interior o bañadores. Son caros. Un sujetador puede costar entre 70 y 80 euros». Y están los bañadores, los rellenos de prótesis...

«La prótesis cuesta 180 o 200 euros. Sacyl luego lo devuelve, pero de entrada hay que hacer el pago. Es una situación extraña. De repente, tener que comprar la ropa interior en una ortopedia», aseguraCristina Martín. Ella desfiló el año pasado. «Es una experiencia impresionante. Pasas muchos nervios, pero una vez que estás ahí arriba, es una liberación. Es una forma de decir: 'Aquí estoy yo'», asegura Cristina.

A su lado, Victoria Benito (63 años), también participante, dos veces, en anteriores desfiles de moda para mujeres mastectomizadas. «En mi caso, me lo vi yo. En 2009. Me hice mamografía en junio, fui al ginecólogo en diciembre. Tres meses después, me lo vi». Victoria atravesó la quimio, la radio y decidió después iniciar un proceso de reconstrucción del pecho derecho, de disminución del izquierdo. «Lo hice porque así me veía mejor, me sentía mejor. Porque quise, porque me apetecía».

Luisa Lobete, gerente de la AsociaciónEspañola contra el Cáncer (AECC) en Valladolid destaca el éxito de esta convocatoria, que alcanza su edición número 22. «El objetivo hoy es el mismo que entonces:normalizar la situación que atraviesan muchas mujeres. El año pasado se diagnosticaron 350 nuevos casos en Valladolid. La supervivencia se ha multiplicado.La detección precoz cada vez es mayor. Y este desfile es una forma de decir aquí estamos». Vivas.

Suena Marc Anthony por la megafonía: «Voy a vivir, voy a gozar». Antes se escucha a Rozalén: «Me toca ser feliz». Y en medio de esa canción, Ana, Inés, Ángeles, Andrea y Eva bajan de la pasarela, se acercan a varias personas de las butacas y las invitan a subir con ellas al palco. Son sus parejas, sus hermanas, sus hijos. Y junto a ellos, con alguna lágrima de emoción, con sonrisas cómplices, cantan: «Me toca ser feliz».