Con 16 años, Philipp Plein ya sabía cómo quería que fuera la casa de sus sueños y 36 años después, cuando ha tenido la oportunidad, la ha construido. En realidad la sigue construyendo, pues Plein parece de esas personas a las que no les da pereza meterse en obras. Ahora que tiene la casa de invitados más o menos terminada, la casa principal es la que se lleva todos los cuidados.
Por lo menos, eso es lo que se puede deducir de la cuenta de Instagram que tiene la vivienda, donde el diseñador va revelando, con la ilusión de un niño, detalles de la construcción de su grandiosa mansión y también de la opulenta decoración con la que la está vistiendo. No escatima en gastos. ¿Bañera de diseño? La tiene. ¿Ajedrez de gran tamaño? Está en la terraza. ¿Estatua gigante de Mazinger Z? Se encarga de recibir a las visitas. Todo parece poco para conseguir la casa de sus sueños.
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El diseñador adquirió el terreno en 2014, unas 15 hectáreas en Bel-Air que en su día pertenecieron al millonario Howard Hughes y por las que se rumorea que pagó unos 280 millones de dólares. Un gran desembolso económico si tenemos en cuenta que gran parte del terreno es inhabitable, algo que no parece importarle al nuevo dueño. El resultado, de momento, son dos viviendas, la principal y la de invitados, que descansan en lo alto de la colina.
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Se esperaba que las obras terminaran en 2021. Sin embargo, viendo las imágenes que continúa publicando en Instagram, parece que todavía hay bastante camino por recorrer, si los andamios que rodean la mansión se pueden considerar prueba de ello. Esto no es nada raro, porque Plein está escogiendo cada pedazo de su casa con el mayor cuidado, incluso las piedras de la fachada son personalizadas y colocarlas llevó dos años.
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Esta sorprendente revelación, en realidad, pone de relieve lo que supone esta obra para el dueño del château, quien siempre soñó con tener una casa así para poder compartirla con su mujer y sus hijos. Un espacio donde la opulencia y el lujo se mezclan a partes iguales y que difiere mucho de los estilos decorativos que vemos en otras estrellas. Por ejemplo, la casa de Kim Kardashian tiene una decoración minimalista, para desesperación de su hija mayor.
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Nada podría alejarse más del minimalismo que Chateau Falconview; de hecho, hay instantáneas del proceso de llevar y colocar los grandes maceteros del jardín, para lo que fue necesaria la ayuda de una grúa. También para crear los relieves de las paredes, con motivos florales, fue necesario un gran equipo de trabajo; incluso para limpiar los cristales de los grandes ventanales de la casa de invitados fueron necesarios varios trabajadores.
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El resultado es un exterior que recuerda las construcciones de la antigua Grecia y Roma, con grandes columnas y estatuas, tal y como Hollywood las ideó, igual que el interior cuenta con todos los detalles que imaginamos en los rincones más lujosos del planeta. Todo lo que en su día fue creado para embellecer una construcción, pero colocado en la misma casa, todo junto. Cualquier elemento que pudieras imaginar, esta mansión lo tiene. También tiene mucho más.
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Por ejemplo, cuenta con una bañera importada de Portugal con un diseño de diamante, una máquina de arcade laminada en oro de 24 quilates, el techo de las habitaciones en 'animal print' de leopardo, lámparas de Swarovski, espejos antiguos comprados en París que ocultan tras ellos la televisión… y también se espera que tenga una playa privada.
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De momento, como decíamos, es la casa de invitados la que más hemos podido ver, desde la escalinata de la entrada, al más puro estilo ‘La Bella y la Bestia’, hasta la figura de Mazinger Z que te recibe al entrar.
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Dormitorios con todo lo indispensable y completamente decorados en color rosa, otros en azul noche; un cuarto de estar en el que el terciopelo verde es el protagonista y donde parece que el deslumbrante sofá es el foco de atención hasta que vemos el papel de las paredes, un llamativo estampado de selva.
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La terraza, además de contar con el ajedrez gigante, tiene también una zona de solárium, con camas para relajarte y con grandes hojas doradas para velar el sol y disfrutar de la sombra. Porque los brillos forman parte de la esencia de la casa de invitados, en dorados y en plateados, también gracias a los elementos de cristal.
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Una casa de la que tanto Philipp como su esposa están más que orgullosos, un lugar en el que construir sus vidas y disfrutar de todo lo que siempre han soñado. De momento siguen haciendo reformas, rematando el techo del comedor -con un elevador, claro- o diseñando junto con su equipo de arquitectos las nuevas estancias de la casa. A la vista de los resultados en la casa para los invitados, no podemos esperar para ver cómo queda la principal.
Con 16 años, Philipp Plein ya sabía cómo quería que fuera la casa de sus sueños y 36 años después, cuando ha tenido la oportunidad, la ha construido. En realidad la sigue construyendo, pues Plein parece de esas personas a las que no les da pereza meterse en obras. Ahora que tiene la casa de invitados más o menos terminada, la casa principal es la que se lleva todos los cuidados.