Marías, juez del Parlamento | El Día de Zamora | Formato digital del periódico El Día de Zamora

2022-09-17 13:45:33 By : Mr. Paul Chen

PERIÓDICO INDEPENDIENTE DE ZAMORA

Sábado, 17 de Septiembre de 2022

Admirable y terrible fue aquella ocasión: hallé en el Parque del Retiro, en la madrileña feria del libro, hace años, a aquella gran estrella del literario firmamento que luego sería tan alabada en el extranjero. Gran exaltación hacían en Oxford de su figura literaria, aunque no Todas las almas pensaran lo mismo. El profesor Eric Southworth lo encomiaba en nuestras conversaciones sin complejos, no pocos académicos germanos harían lo mismo. Bebía, tal vez un fuerte líquido que con la ebriedad le permitiera seguir esperando a alguien que le comprara un libro para otorgar la firma y unas palabras de discreta cordialidad. Nadie. No había filas como luego sucedería, cuando la Real Academia y grupos de comunicación como PRISA harían su exaltación continua... Aunque nunca lograría tantos supuestos devotos como esas insulsas y superficiales figuras de la televisión o la maquinaria digital que escriben sobre todo tonterías. Él pretendía hacer literatura en serio, con mayor o menor fortuna.

            Javier Marías decía ya hace tiempo con bastante claridad lo que quería, abriendo por ello heridas, en una sociedad que no admite ya la sinceridad y donde todo ha de ser filtrado por una nueva censura que inquisidores laicos propician. Como tantos pensadores y antaño creyentes en el progreso de los pueblos, estaba bastante desanimado ante la intensidad del cretinismo que desde el gobierno se expelía. Nuestro escritor, algo cascarrabias y desdeñoso con muchas gentes, bastante distante, denunciaba la impostura del actual gobierno, de "oficial" izquierda, y criticaba la autocensura hoy tan extendida en los medios de comunicación.

            El Parlamento podría ser juzgado también en algunas de sus próximas letras, mas nunca aparecieron pues, al parecer, las complicaciones derivadas del coronavirus se lo llevaron al otro mundo con una neumonía. De hecho, el Parlamento yace hoy cubierto de andamios, no sé si porque quieren limpiarlo por fuera -aunque estaba bien, pero a veces el presupuesto se gasta en estúpidas e innecesarias limpiezas solo en determinados monumentos-, cuando lo que habría que limpiar es el interior, esa caterva de parlamentarios que en vez de buscar el bien común, uniéndose ante los problemas, prefieren los intereses del partido o el suyo propio. Que pasen los años sin acuerdos para resolver el gravísimo problema de nuestras más altas magistraturas es un claro signo. Los jueces deben ser independientes y elegidos por ellos mismos, no por las conveniencias de uno u otro gobernante, importando poco el color de su mirada. Deberían ser objetivos o justos con las leyes y no corrompidos, movidos por los partidos.

            Ahora escribimos estas letras cuando otros ya no pueden redactarlas pues a un lado del camino de la historia quedan... Nuestra pluma ha de hacernos volar por encima de las apariencias para que, no solo con la fantasía, sino con la crítica podamos señalar y curar las heridas.

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

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