Transforma un pino seco en una Virgen del Rocío - NIUS

2022-10-08 23:12:28 By : Mr. Kelvin Shum

El tronco no es un tronco cualquiera. Pertenece al legendario Pino de los Mil Duros de la localidad onubense de Hinojos. Uno de los iconos de la fe y devoción rocieras. Se secó hace unos meses tras casi tres siglos de vida y, desde el ayuntamiento, decidieron que había que inmortalizarlo. “Lo fácil hubiera sido sustituirlo por otro, pero no hubiera sido lo mismo”, cuenta a NIUS el alcalde, Miguel Ángel Curiel.

El regidor ha recorrió media España buscando la forma de mantener con vida la tradición. Y la encontró en las manos, o mejor dicho la motosierra, de Eugenio Linares, un artista gallego que ha convertido el tronco en una talla de la Virgen del Rocío. “Cuando acepté el encargo, no era consciente de la importancia y significado que tenía este trabajo. Ha sido abrumador y una responsabilidad añadida”, cuenta a NIUS.

En solo 18 días y con la única ayuda de su herramienta, ha conseguido el ‘milagro’. Una sobrecogedora imagen de la Virgen del Rocío ha nacido del árbol que, a lo largo de la historia, ha dado sombra a las carretas de los Simpecados, en su peregrinar hacia la aldea rociera. La propia Junta lo reconoció, en su día, como árbol Singular de la comunidad andaluza.

De ahí, la expectación que ha despertado el trabajo de este artista. “Todos los días, desde el minuto uno, he tenido gente alrededor mirando y preguntando”, nos cuenta. Algo que contribuye a la presión, pero que también le ha servido de ayuda. “La opinión de la gente me ha permitido conocer cuáles eran los detalles de la imagen que tenían más importancia. Esas partes vitales en las que no podía fallar”, reconoce.

Un trabajo delicado al tratarse de un tronco con tanto significado. “No era una madera cualquiera, tenía mucho valor y no podía haber margen de error. Tenía que salir bien a la primera”, reconoce. Y así ha sido. Este gallego ha conseguido plasmar la esencia de la Blanca Paloma en lo que ha sido también un reto logístico. “Es en una zona muy apartada y, cada día, había que montar y desmontar las andamios, tampoco teníamos electricidad ni cobertura”, nos cuenta.

El resultado: una imagen sobrecogedora de más de tres metros que mantiene vivo el sentir rociero y que, aunque no dará sombra, llenará el alma de los peregrinos en su camino a la aldea almonteña.